lunes, 19 de noviembre de 2012

Noches de purpurina...


En la purpurina perdimos el sentido
el tiempo viajaba sin rumbo
por más arena que le echásemos
siempre acababa por vaciarse
siempre marcaba el reloj la hora de irse
siempre dejamos huella en los huesos.


Dejamos la estela en las calles perdidas,
manchamos canciones con polvo de estrellas
dibujamos sonrisas con sus palabras.


Acariciamos en su piel la nostalgia,
la noche se llenó del brillo de sus ojos
y la madrugada besó sus pestañas.
Pudo rozar sus manos,
sentir su calor...


Es el juego efímero de lo infinito,
la suerte que ocultan sus sonrisas,
esa noche ella brillaba más que la purpurina
que inundaba las calles locas de Madrid.


Su olor podría ser la purpurina misma,
su rastro es más duradero,
su aroma, el más embriagador.
Su pelo, se enreda entre las sombras del invierno.


Perdimos el norte al buscar nuestro sueño,
perdimos la Luna entre vasos,
copas,caricias de papel,
perdimos la noche
y ganamos la vida,
ganamos el recuerdo de las sonrisas que nos acompañaban,
la música tradujo nuestros latidos,
el ritmo frenético,
salir corriendo,
hacía el punto donde se acaba la soledad
y el destino te responde con un abrazo




Crecimos entre las paradas que el Metro hacía,
recorrimos todas las lineas desde
el corazón de la ciudad.
Saboreamos el frío
de un invierno que se acerca.


Dejamos volar nuestros sueños,
soñamos despiertas entre paredes,
entre colores imposibles,
entre formas que
se desdibujaban tras la estela de sus caricias.


Dijimos palabras sin voz,
susurramos miradas a oscuras,
vivimos en la sinestesia
del color de las despedidas.




Madrid sueña volverte a ver,
la purpurina se irá
con las nuevas lluvias,
pero la huella en los huesos,
la marca en la piel,
el tatuaje de los sentimientos,
la verdad de los silencios,
el recuerdo,
los recuerdos
y tu olor...
siempre se quedan.


Purpurina.